La casi totalidad de los esclavos que llegaron al continente americano procedía del oeste de Africa, de la zona comprendida entre Senegal y Angola. Entre los principales grupos étnicos que habitaban el oeste africano hacia el sur del Sahara se encontraban los yoruba. Los yoruba son un gran grupo étnico muy diverso, constituido por subgrupos que presentan variaciones en el lenguaje, costumbres e instituciones; pero con suficiente unidad lingüística y cultural como para ser considerados una sola e interesante etnia. La mano de obra esclava de la última oleada migratoria antes de la abolición de la esclavitud, aún cuando incluyó otras etnias procedentes de Africa, fue la que llevó a Cuba el mayor número de yoruba. Esto no fue un hecho fortuito, sino consecuencia de los acontecimientos que simultáneamente tuvieron lugar en el Caribe y en Africa. La independencia de Haití de la metrópoli francesa en 1804 hizo declinar la producción azucarera del país, que hasta ese momento había sido el más grande productor de azúcar en América y principal suministrador del codiciado alimento en los mercados europeos. España aprovecha la decadencia de la
producción haitiana y convierte a Cuba, su mayor posesión en el Caribe, en el productor principal. El auge de la producción agrícola en Cuba, que había comenzado hacia 1790, se acelera y extiende hasta 1875. En esta etapa, dada la creciente necesidad de mano de obra esclava, entran en Cuba cientos de miles de bozales. En las poco confiables estadísticas oficiales consta la entrada de 436 844 esclavos, aunque se conoce que la trata clandestina debe de haber incrementado considerablemente esta cifra. Mientras tanto, en Africa, las guerras internas entre reinados y ciudades yoruba (1817-1893) y de estos con Dahomey (1698-1892), convirtieron a los integrantes de esta etnia en presas fáciles para los rapaces traficantes de esclavos que operaban en la zona, a pesar de que España se había comprometido con Inglaterra a suprimir la trata. En Cuba, a los esclavos yoruba y a sus descendientes se les denominó Lucumí, mientras que en Brasil se les conoce como Nago y en Sierra Leona como Aku. Aunque se han difundido distintas versiones sobre el origen de la palabra Lucumí, la más aceptada en la actualidad es la que afirma que proviene del saludo yoruba oluku mi, que significa "mi amigo" y que los esclavos usaban con frecuencia entre sí. Ningún grupo africano ha tenido mayor influencia en la cultura de América que los yoruba. En el Caribe
y Suramérica su sistema religioso, sincretizado con el cristianismo y en específico con la religión católica, florece principalmente en Brasil y Cuba. La identificación entre las deidades del panteón yoruba y los santos católicos ha originado lo que se conoce como Candomblé, en Brasil, y la Santería o Regla de Osha, en Cuba. En el mismo centro de las prácticas religiosas y de la vida de los yoruba se encuentra el proceso de adivinación. No existe viaje, matrimonio, trabajo u otra empresa importante que se acometa sin antes consultar el oráculo para conocer los mensajes de las deidades, saber qué ofrendar a los Orishas y determinar si las decisiones que se intentan tomar son las correctas. De los sistemas de adivinación llegados a Cuba con los esclavos de esta etnia, el de Ifá se considera como el mayor, más importante y profundo; mientras que el Dilogun africano se tiene como un oráculo más simple y de menor importancia. En el sistema de adivinación de Ifá, los sacerdotes reciben el nombre de Babalawos, que quiere decir "padre de los secretos", o simplemente awo, "secreto". Para llegar a ser Babalawo se requieren largos años de aprendizaje, que comienzan bajo tutela y continúa después prácticamente durante el resto de la vida. El número de Babalawos llegados a Cuba fue muy reducido en comparación con el número de yoruba;
estos, aún en las nuevas condiciones de vida, mantenían la costumbre de consultar el oráculo. Ante esta situación se hacía necesario disponer de un oráculo de mayor profundidad que el Dilogun africano y que pudiera ser utilizado sin necesidad de recurrir directamente al Babalawo. En respuesta a las nuevas condiciones, los Babalawos crean el sistema cubano de adivinación de los caracoles o Dilogun cubano. En este proceso de creación se introducen cambios sustanciales que diferencian al sistema cubano de los africanos. Entre los cambios más importantes se encuentran los que se describen a continuación. El Dilogun africano cuenta con 16 signos o letras fundamentales que se determinan a partir de una sola tirada de los caracoles y de acuerdo con el número de ellos que adoptan la denominada posición conversatoria. De esta forma, suele decirse que tiene 16 odums simples. En el sistema de adivinación de Ifá también existen 16 combinaciones posibles a cada lado del Opelé o cadena de adivinación, pero cada vez que este se manipula se obtienen dos de dichas configuraciones, por lo que el odums es compuesto o, lo que es lo mismo, tiene dos "lados", "brazos" o "patas", formados, cada uno de ellos, por una de las configuraciones posibles. Los odums compuestos del sistema de Ifá también pueden obtenerse mediante la manipulación de las nueces de palma o Ikin. De
acuerdo con esto, existirán 16 x 16 = 256 odums compuestos.
Los yoruba creen que debido a la dualidad del odum o, como ellos dicen, a sus "dos patas", el sistema de Ifá posee mayor profundidad, dimensión y capacidad de diagnosticar y resolver problemas específicos. Desde la creación del Dilogun cubano este se diseñó a partir del carácter compuesto de los odums, por lo que es un oráculo de mayor hondura y de un horizonte mucho más amplio que el Dilogun africano, y más cercano por esto al sistema de adivinación mayor de los yoruba, que es el de Ifá. Durante las consultas oraculares circunstanciales de los dos sistemas de adivinación de los yoruba ( El Dilogun africano y el de Ifá ) el sacerdote o consultante, después de sacar el odum de consulta, simple en el Dilogun y compuesto en el de Ifa, comienza a recitar todos los versos que conoce correspondientes a ese odum. Estos versos relatan historias de personajes de la mitología yoruba que enfrentaron problemas y las soluciones que les dieron; contienen, además, diversos refranes, proverbios y moralejas. Mientras el consultante recita los versos, el cliente escucha, y cuando hay un verso que es aplicable a su problema particular se lo indica al consultante, quien detiene la recitación y procede a determinar las predicciones para el futuro inmediato y
las ofrendas, sacrificios u otros recursos que se deben aplicar. Entre los yoruba, el sistema de adivinación de Ifá cuenta con los Babalawos, que son los sacerdotes o consultantes de este oráculo; mientras que en el Dilogun esta función la desempeñan los olosha, hombres y mujeres iniciados en el culto de los Orishas, o los babalosha e iyalosha, hombres los primeros y mujeres las segundas, que han iniciado a otros en el culto. En Cuba, además de los olosha, babalosha e iyalosha, se crea un especialista de mayor jerarquía al que se le denomina Oriaté, quien no sólo debe poseer un mayor nivel de conocimientos del sistema oracular, sino que además es quien dirige las ceremonias y hace el Itá. El Oriaté debe poseer conocimientos sobre herbología; cánticos y rezos de las plantas; rezos para llamar a los Orishas en el proceso conocido como oro ibodu (rezos del cuarto donde se hace la iniciación) manipulación e interpretación del oráculo en la consulta de iniciación; jerarquía de los rezos para hacer el ebbó después de la lectura del oráculo en el Itá, entre otros muchos. El estudio especializado para llegar a adquirir este nivel jerárquico se hace bajo la tutela de un Oriaté de reconocido prestigio y experiencia.
En Africa los yoruba, en su iniciación, reciben solamente el símbolo de la deidad tutelar del culto en el cual se inician y durante la ceremonia no se les entregan caracoles. Si en el Itá se determina que alguien debe adquirir conocimientos acerca de la manipulación e interpretación de los caracoles, o simplemente aquellos que desean dedicarse al proceso de adivinación, deben comprar ellos mismos sus caracoles. De forma similar, cualquier iniciado, si lo desea, también puede comprar los caracoles y tenerlos en su santuario, aunque no haga uso de ellos.
A diferencia de lo que ocurre en Africa, los que se inician en Cuba, reciben los símbolos de otras deidades además de la tutelar, y se les dan los caracoles de todos los Orishas, con los cuales se les hace el Itá. Todo iniciado debe adquirir algún conocimiento acerca de la interpretación de los mensajes oraculares. Aquellos que desean dedicarse al proceso de adivinación estudian más tiempo y con mayor profundidad bajo la tutela, ya sea de sus iniciadores o de otra persona conocedora del oráculo. En Cuba, con mayor frecuencia, las esposas de los Babalawos son las que aun cuando reciban los caracoles de las deidades en su iniciación, no aprenden ni usan este oráculo, pues donde hay un Babalawo el consultante es sólo él. Las diferencias antes expuestas entre los sistemas de
adivinación africano y el Dilogun cubano, corroboran que a pesar de que los primeros son los antecesores directos del segundo, este es una verdadera creación, que ha demostrado su efectividad no sólo en el diagnóstico de problemas particulares sino en su solución.
La gran fama y difusión con que cuenta el Oráculo cubano en un considerable número de países del continente americano se debe, precisamente, a su efectividad, profundidad y amplitud, y no sólo, como muchos afirman, a que entre sus sacerdotes o consultantes exista un elevado número de mujeres; aunque en los inicios de su práctica en Cuba, las primeras Oriatés fueron mujeres.
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